
La iniciativa pretende terminar con aquellas instalaciones que utilicen el gasóleo para funcionar y cambiarlas por otros aparatos más modernos y cuyo combustible sea el gas natural, más barato y menos contaminante. Se estima que la inversión que hay que realizar está amortizada en menos de 7 años.
De hecho, algunos vecinos cifran en un 32 % el ahorro económico y una rebaja del 27 % en el coste energético anual, así como una reducción de prácticamente la mitad de las emisiones de CO2. Y es que una de las principales ventajas de este cambio es que permite que cada usuario pague por la cantidad que ha consumido.
Se trata de una iniciativa pionera en toda España y que ha adaptado la Comunidad de Madrid, tras importarlo desde el norte de Europa tras el enorme éxito cosechado allí, con una gran acogida por parte de los ciudadanos.
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